Pharming: el nuevo método de consumo que triunfa entre los jóvenes

Si hace unos años nos hubieran contado que íbamos a asistir a la moda de las farmacofiestas, nos hubiera costado creerlo. Algunos fár...





Si hace unos años nos hubieran contado que íbamos a asistir a la moda de las farmacofiestas, nos hubiera costado creerlo. Algunos fármacos están empezando a utilizarse de manera lúdica, para obtener efectos muy distintos de aquellos para los que fueron creados. Y sustituyendo al alcohol, o lo que es peor, cumplimentándolo. Se trata de una moda importada de EEUU en la que los actores principales operan a través de Internet o mediante recetas falsificadas.
Se considera pharming a todo aquel consumo no médico de medicamentos de prescripción, que son prescritos para otra persona, y cuyo consumo se realiza buscando un fin recreativo, utilizando para ello dosis más altas de las especificadas en la prescripción


Y es que, al parecer, hacer la fiesta con los ingredientes más insólitos empieza a ser una práctica cada vez más frecuente. La facilidad de acceso hay que buscarla en tres condiciones: su venta a través de Internet, la utilización de recetas falsas y la dispensación de determinados fármacos sin prescripción médica.

En cuanto a los patrones de consumo, existe una modalidad de uso grupal de fármacos sin prescripción médica, llevado a cabo en las llamadas Pharming parties o fiestas del fármaco, donde los jóvenes comparten entre sí las sustancias que hayan podido obtener de los botiquines de sus domicilios, y las consumen sin ningún tipo de control.

Aunque en Estados Unidos, uno de los países promotores de esta actividad es un fenómeno de gran aceptación por parte de adolescentes y jóvenes adultos, en Europa los datos epidemiológicos existentes no muestran que el uso recreativo de estas sustancias sea un problema de salud pública, al menos por el momento.

No obstante, en España, según la Encuesta Estatal sobre Uso de Drogas en estudiantes de enseñanzas secundarias, el consumo alguna vez en la vida de hipnosedantes (tranquilizantes y/o somníferos) sin prescripción médica entre los jóvenes estudiantes de 14 a 18 años, ha pasado de un 6,1% en 1994 a un 10,4% en 2010.

Entre las sustancias festivas más utilizadas figuran, por este orden, La CODEINA, EL METILFENIDATO, las BENZODIAZEPINAS, o la KETAMINA, que son los compuestos más notificados por abusos.
Pero antes de conocer un poco más de estos en el presente, tenemos que remontarnos al pasado.
Breve historia
Desde la antigüedad se han utilizado hierbas y bebidas alcohólicas para causar sedación. El primer compuesto químico para este fin fue el bromuro a mediados del siglo XIX y a principios de siglo XX se comenzaron a usar  los barbitúricos, que en la primera mitad del siglo pasado fueron los fármacos que dominaron los tratamientos como la ansiedad, insomnio, epilepsia y todo tipo de trastornos psiquiátricos. En los 50 ya se usaban las benzodiacepinas , que desplazaron a los barbitúricos por su seguridad en el uso.


  • La Codeína, que se trata de un antitusivo presente en especialidades de prescripción y publicitarias, y que en dosis elevadas, se puede emplear como alucinógeno.
  • El Metilfenidato, empleado en niños hiperactivos, apunta el se utiliza como estimulante, para soportar horas y horas de diversión.

Las Benzodiazepinas, se pautan mal por los pacientes que están en tratamiento con las mismas, al automedicarse y al realizar suspensiones del mismo, bruscas y sin criterio alguno.

Por su parte, la ketamina muy usada también, produce efectos disociativos, alucinaciones, experiencias de ``despersonalización´´ o cambios en la percepción de la realidad.


El abuso de medicamentos es un problema grave tanto para el paciente como para su familia con un impacto previsible sobre la salud pública y el gasto sanitario.

Los profesionales de la salud, fundamen- talmente de atención primaria, pueden jugar un papel muy importante en su prevención, reconociendo posibles com- portamientos de abuso o uso desviado en sus pacientes, educando en el uso racional de los medicamentos y ajustan- do en lo posible, de manera firme pero razonable, sus prescripciones.

Los profesionales de la salud deben cooperar en la detección del abuso y del uso recreativo de los medicamentos, desarrollando estrategias conjuntas y consensuadas de detección precoz, pre- vención y control de estas nuevas adic- ciones.

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